El profe Claudio Cappezone, quién aportó muchísimo para el proyecto de nuestra nueva casa en el Aconcagua Arena, es detalles de la génesis del proyecto.
Claudio Cappezone es uno de los referentes de nuestra institución y el deporte mendocino en particular. El profe estuvo más de 15 años en el Consejo Directivo del IEF y fue parte activa del trabajo que se hizo para desarrollar el proyecto del estadio Aconcagua Arena y nuestra casa propia.
«La verdad que estuvimos muy presentes con el proyecto del estadio. Nos consultaron mucho y siempre estuvimos dando nuestro punto de vista. Hicimos viajes. Visitamos otros estadios. Yo puedo dar fe que Paco Pérez estaba muy comprometido con la idea y le interesaba que el Instituto tuviera su sede», arranca contando en una charla que duró casi una hora, tiempo que es una inversión para todo aquel que pueda escuchar a esos hombres revolucionarios y visionarios como lo es Claudio, un profesional que viajó por el mundo junto a sus nadadores, algo que nos muchos mendocinos han concretado.
«Recuerdo que además de ir a Chile, de dónde trajimos información, todo el equipo del arquitecto Paoletti venía a mí casa los fines de semana y salíamos a mirar las distintas piletas de natación de la provincia. El proyecto original tenía tres piletas. La de 50 metros olímpica y la otra de 25 que es una exigencia para poder ser sede de eventos internacionales. La otra era para el Instituto. Por el tema presupuestario se fue readaptando el proyecto y quedamos, en principio, con la pileta para el Instituto», recuerda el profe haciendo gala de su memoria prodigiosa.
«Esa pileta le iba a dar un plus a toda la comunidad mendocina. La idea era como el Ender en Mar del Plata que tiene una pileta que se paga sola. Si lo hacías bien, podías llevar a toda la gente de las municipalidades a aprender a nadar. Decías, hoy llevo a Las Heras, mañana a Godoy Cruz. La provincia no tiene una pileta así y esa es mi lucha. Aunque ya estoy por bajar los brazos. Ya hay nadadores que se los está llevando San Luis que tiene a un profe porteño trabajando ahí», nos agrega el referente de la natación en Mendoza.
Pero no todo quedó allí, Cappezone nos aporta un dato que poco se conocía. «Una vez que vimos que no iba a haber pileta, fuimos a ver una que hay en la Escuela Hogar que se puede adaptar con muy pocos recursos. Esa se iba a usar para el Instituto», esto derriba una de las excusas que se siguen sustentando para que nuestra casa de estudios tenga finalmente su casa.
Siempre apasionado, Claudio siente que este es el momento ideal para que el gobierno pague su deuda histórica con la institución. «En la gestión de Raúl Brioude hicimos un arduo trabajo. Ordenamos las sedes, se instaló la Cooperadora del que todavía soy revisor de cuentas, hicimos el cambio curricular en el 2010 y comenzamos con este proyecto. Luis Castillo me parece el hombre ideal para llevar adelante estos tiempos. No solo el cambio de sede, sino también el paso a ser Instituto Universitario, una idea a la que yo en algún momento me opuse, todavía no estaba Raúl como rector, y era porque no me parecía bien dejar que una Universidad te absorba. Ya perdés la autonomía que tenés bien. Eso es lo mismo que irte a vivir a la casa de tus viejos», gráfica con claridad.
«Yo no sé bien porqué no se le dan las aulas al Instituto, pero la verdad que sería muy bueno para darle vida a ese espacio por el que nuestro deporte esperó tanto tiempo. Habría quizás que trabajar la logística para que los alumnos de las tecnicaturas, que salen de noche, no tengan inseguridad, pero eso se arregla con voluntad política», agregó.
Política es quizás una palabra clave en todo esto, aunque eso mejor dejarlo para otra oportunidad.
Maxi Salgado/ Comunicación IEF