Marcelo Rosa, profesor de nuestra institución que fue víctima del Covid 19, vivirá por siempre en el recuerdo de todos aquellos a quienes les cambió la vida conocerlo. Un hombre que trascendió las fronteras de su San Rafael y que forma parte de los 60 personajes de nuestros 60 años.
Por Maxi Salgado
Humanidad, respeto, amistad, compromiso social, comprender al que piensa distinto, considerar la diferencia, solidaridad, esfuerzo, trabajo. Todo eso tienen nuestros protagonistas de esta sección. Anónimos que lejos de buscar la fama, el poder o el dinero que marcan las constantes vitales de nuestra sociedad optaron desde la sombra por remar a favor de una comunidad que es una familia. Héroes que a lo largo de 60 años le dieron vida al Instituto De Educación Física Jorge Coll.
«Sueña como si fueras a vivir para siempre. Vive como si fueras a morir hoy».
Imposible recordarlo sin que a uno se le dibuje una sonrisa. Era una persona alegre, emprendedora, pujante. No había cumplido 50 años. Parece ser una regla que aquellos que van a irse jóvenes de esta vida hacen todo rápido y bien.
Así fue, ¡perdón! Así, ES (aún vive en el recuerdo de todos) Marcelo Rosa, o simplemente el Patón.
«Un grandote con alma de niño. Un hombre con una velocidad mental pocas veces vistas y tantas cosas más que lo hicieron un tipo único. Me retumban sus últimas palabras ‘Chau, hermano, te quiero mucho», con estas palabras, sentidas, salidas desde el interior de las entrañas, ese lugar en el que uno anida el amor por los hermanos de la vida, uno de sus amigos lo despedía allá por setiembre del fatídico 2020 cuando el profe se convirtió en una de las víctimas del Covid 19 que cambió nuestras vidas para siempre.
Marcelo era docente del Instituto en la sede de San Rafael y falleció en la suya, dando clases, entrenando a sus equipos. Seguramente en una de esas sesiones fue que el bicho que nació en China lo atrapó desprevenido y pudo más que su fortaleza. Que su 1,90 de estatura que también lo hacían destacarse en cualquier ámbito.
Su amor por la profesión, su dedicación a sus alumnos, su visión de futuro y su hombría de bien lo convirtieron en uno de los 60 personajes que hemos rescatado para recordar nuestro 60 aniversario.
El partido se detuvo. La redonda salió de la cancha para jugar otro juego, con otras reglas no acordadas ni esperadas.
Recordaremos tu pasión por enseñar, profesionalismo, temperamento, creatividad, estrategia y solidaridad. También los debates, charlas, bailes, cuentos, asados y mateadas. Líder absoluto, creador de ritmos, juegos, defensas, ataques, bloqueos, lanzamientos y goleadas.
«Gracias profe por el tiempo compartido, por tu frescura, simpleza, alegría y por tu mirada, porque en momentos difíciles tus palabras llegaban a lo más profundo. El eco de tu voz, tu risa y tu andar quedarán grabados en cada lugar que transitaste y en cada corazón.
Hoy la Educación Física está rota. Te llora, te aclama y te abraza. Nos duele el cuerpo y el alma. Sabemos que en el cielo armarás equipos y organizarás campamentos y campeonatos«, escribió la DGE aquel 7 de setiembre del 2020 para despedirlo.
“Se te va a extrañar. Un profesorazo. De esos que vale la pena escuchar. De los que te sentabas a rendir un examen final y lo único que importaba era qué tan cerca del proceso de los niños lograbas estar. De esos que generaban un aprendizaje significativo. Besos y abrazos inmensos. Fuerza a toda la familia y abrazo al cielo. Al cielo le tocó enfrentar un gran partido ahora. Prepárate porque este profesor siempre llegaba a las finales», que mejor homenaje para el docente que uno como el que le dedicó una alumna, Vanina Rugoso.
«Gran persona y excelente profesor! Nos dejó muchas enseñanzas con su gran corazón y la pasión que sentía por su trabajo. Dejó una huella marcada en cada uno de sus alumnos, nunca lo vamos a olvidar!!!», recuerda Caro Moralejo .
“Las personas dejan huellas en el camino, pero los amigos las dejan en el corazón”, dice una placa que el San Rafael Tenis Club puso en su homenaje.
«No hay día que no lo recordemos al Patón o Peyton cómo le decíamos nosotros, con sus locuras y con esas canciones que entonaba al llegar al instituto», cuenta Teresa Rodríguez compañera suya en la sede sanrafaelina.
Se había destacado como corredor de competencias de fondo en su juventud. Gustavo Juri recuerda que llegó al club cuando tenía 15 años y ya en la primera vuelta que hizo a la pista sorprendió con su andar, pero el balonmano fue el deporte que lo conquistó y al que le entregó todo.
Hizo que su deporte creciera hasta límites insospechados en su departamento, la provincia y el país. Fue el fundador de la Asociación Sanrafaelina allá por 1996 y su presidente durante cuatro períodos. Siempre acompañado por su esposa Carina Casari y sus tres hijos (Nicolás, Gabriel y Ana Paula) que heredaron de sus progenitores el amor por ese deporte. En 2006, bajo su gestión, la Asociación consiguió la Personería Jurídica y dos años después la afilió a la Confederación Argentina.
Se fue con el orgullo de ostentar el título de campeón Nacional conseguido un año antes el Nacional de Clubes «C» con la categoría juvenil masculina, en Chapadmalal. Su capacidad como técnico y conductor de grupos lo llevaron a dirigir las selecciones de San Rafael en todas las divisiones.
«Un campeón de la vida y del deporte, consiguió triunfar en innumerables torneos a cargo del club, como así también de los seleccionados locales, fan de Soda Estéreo y Gustavo Cerati, lo recordamos por su alegría y dedicación, sabiendo que su esencia sigue aquí y que su presencia siempre se hará sentir, porque vive en cada una de las personas que lo conocieron, porque…“Nunca se van del alma aquellas personas que dejaron huellas en nuestro corazón», dice la profesora Valeria Granero el día que descubrieron una placa en su nombre en el San Rafael Tenis Club, su segunda casa.
También la escuela Suter, donde dejó su impronta docente marcando la vida de miles de niños, le rindió un homenaje poniendo su nombre al patio del establecimiento. Fue tras una movida que hizo la comunidad escolar y el grupo social Ciudadanos.
“Era una gran persona, compañero, amigo, docente; intachable con sus alumnos, divertido, los contenía, no los dejaba en ningún momento; con sus compañeros era de esas personas que están siempre presentes; llegaba a la escuela riendo, haciendo chistes, bailaba, cantaba, alegraba la galería de la escuela todos los días. Ha sido una pérdida increíble”, expresó una compañera de Rosa.
Para tomar más dimensión de su personalidad y legado, compartimos el mensaje que aquel día fatídico publicó el Consejo Directivo del IEF. «Con gran sentimiento de tristeza y a la distancia, acompañamos a su familia y a toda la Comunidad Educativa de la sede de San Rafael, sabiendo que, en este momento, el dolor que produce el despedir a un ser querido, no tiene consuelo. Nos solidarizamos y acompañamos a cada uno y todos aquellos que tuvieron la oportunidad de compartir momentos con el “Patón”. En estos instantes, ahora, hoy, es cuando se fortalecen los lazos y estrechamos un gran abrazo a la distancia (sabiendo que es solamente una mera perspectiva), y que siempre estaremos unidos y envueltos en los colores institucionales que enaltecen a todo el IEF. Elevamos nuestros sentimientos y despedimos a Marcelo, con los mejores recuerdos y anécdotas de su vida”.
Se nos fue rápido, pero nos dejó mucho. Nunca mejor dichas entonces esas palabras: “Las personas dejan huellas en el camino, pero los amigos las dejan en el corazón”.
Gracias Patón por haber sido parte de nuestra rica historia. Un orgullo que nos infla el pecho.